Las pinturas murales de Bonampak, en Chiapas
(México), revelan que se representaba una violentísima batalla donde no
faltaban torturas y cabezas cercenadas. Esta escena mostró al mundo que la
sociedad maya estaba envuelta en implacables y sangrientas luchas, que se
practicaban sacrificios humanos, que se torturaba a los prisioneros y que se
exhibían orgullosamente sus cabezas como trofeos de guerra.
Hoy en día se sabe que los personajes
representados en las estelas y otras obras artísticas no eran dioses envueltos
en luchas cósmicas, sino férreos gobernantes que alcanzaron el poder con el uso
de la fuerza. En muchos casos se añadían registros de conflictos bélicos que
cada vez eran más intensos y continuos, sobre todo en las principales ciudades:
Bonampak, Yaxchilán y Piedras Negras, cuyo arte se volvió eminentemente
militar.
En estos glifos se registraba la fecha de la guerra y el nombre del
vencedor; también se hacía constar el rango y nombre del cautivo y algunas
veces se añadía el número total de prisioneros. Todos estos hallazgos no
dejaban lugar a la duda: la guerra formaba parte de la realidad cotidiana de
los antiguos mayas.
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