La investigadora Emilie Carreón Blaine, del Instituto de Investigaciones Estéticas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), dice que a lo largo del tiempo se ha considerado al juego de pelota como una contienda con ganadores y perdedores, y la ofrenda, el Tzompantli, un muro funerario formado con cráneos de los derrotados. Existían mas de 1000 canchas dedicadas al juego, pero no es posible saber si el ganador o perdedor eran sacrificados.
Sostiene que no hay evidencia arqueológica suficiente que apunte a un nexo directo entre las tradiciones prehispánicas del juego de pelota y el tzompantli.
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